viernes, 19 de agosto de 2022

De Nosotros Depende



El día que entendamos que la liberación no es individual sino colectiva. Que ningún individuo se salva solo sino en masa.  Que la felicidad es un bien de la especie y no del individuo. Del todo y no de las partes. Del organismo y no del órgano. Estaremos dando el primer paso hacia una verdadera revolución que todo lo transformaría.

Así lo entendieron las personas que construyeron una de las miradas filosóficas más humanistas, pacíficas y tolerantes de todos los tiempos:  la corriente Mahayana de budismo, que surgió en la India a partir del siglo I de la era común, esparciéndose principalmente por el norte de Asia. 

Comprender esta idea en toda su profundidad, mueve nuestro eje de percepción y transforma nuestra manera de ver la vida por completo. Y no estoy sugiriendo  que todos y todas nos hagamos budistas, ya que el concepto es absolutamente simple, claro y directo. Es completamente laico y universal.  Va directo al corazón abriendo  la mente y la conciencia. Es algo que pueden compartir teístas, ateos, agnósticos, judios, cristianos, musulmanes, budistas y librepensadores…

La palabra Mahayana significa "Gran Vehículo" de liberación y se lo representa mediante un carro tirado por bueyes. Un carro que se mueve con lentitud y a los tumbos,  pero en el cuál nadie se queda a pie. 

Las políticas neoliberales representan la antípoda de esta visión. En ellas solo se salva el individuo. Y por eso terminan siendo autodestructivas en términos de humanidad. Actúan como un cáncer. Del mismo modo. Por eso el planeta está al borde del colapso. Por eso todavía hay gente con hambre. Por eso hay injusticia, corrupción, desigualdad y guerras. 

Hay un solo país en donde actualmente se lleva adelante está filosofía como política de Estado. Y es Bhutan. Un pequeño reino (esperemos que su reciente apertura democrática no lo eche todo a perder) sobre el Himalaya entre India, Nepal y Tibet. Es el único país que mide su PBI en términos de felicidad y no de ingresos económicos. El único país que real y efectivamente respeta el ambiente. En ese país se entiende que la felicidad es un bien colectivo. Y que la naturaleza está sujeta a derecho.

Si seguimos insistiendo con aplicar la ley de la selva como siempre se ha entendido, es decir, aquella en la cual sobrevive el más fuerte, no creo que la paz y el orden social resistan mucho más. Si en cambio nos decidimos por aplicar la otra ley de la selva, aquella que convierte a los árboles en súper organismos al trabajar de manera solidaria y cooperativa, entonces nos habremos salvado. Solo de nosotros depende …

martes, 4 de enero de 2022

Naturalmente que uno quisiera vivir todo el tiempo en estado de Gracia. Sonreír y sentir plenamente esa energía vital maravillosa. Vibrar en positivo y regalar flores a los transeúntes que deambulan por las calles como sombras perdidas.

Pero no siempre se puede. Por razones misteriosas, la mente suele perderse en laberintos sombríos. Tierras estériles donde sólo crecen espinas. Páramos inhabitables donde sonreír se hace difícil.

Y entonces la misma belleza del día anterior se desdibuja en formas inciertas. Las flores que amorosamente regalaríamos se marchitan. La música se apaga. Y una inmensa soledad trepa por el cuerpo como una hiedra venenosa.
Son días en que la luz se apaga. Y lo único que nos queda, es esperar que los laberintos sombríos vuelvan a ser jardines. Que la belleza vuelva a resplandecer sobre las flores. Y que la briza nos despierte nuevamente con su dulce aroma a jazmines.
José Olarce

Acerca de la palabra karma

Entre todas las palabras exóticas que en las últimas décadas hemos incluido en nuestro lenguaje coloquial, hay una que destaca. Esa palabra es karma.  John Lennon escribió ya a principios de los 70 la emblemática Instant
Karma y Charly García, en los 80, El karma de vivir al sur. Y desde entonces, no quiero decir que antes no se usara  pero no de una manera masiva,  casi todo el mundo la conoce y emplea.  Claro, mayormente, sin tener una clara idea de lo que significa.

Por esa razón, hoy me gustaría contarles su origen y significado.

La palabra karma es de origen sánscrito y literalmente, significa acción. Se origina en la India y se emplea desde el periodo védico. Por ejemplo, entre todas las formas de yoga (hatha yoga, bhakti yoga, raja yoga etc) una es karma yoga, es decir, el yoga de la acción. La palabra yoga significa unión, y en este caso, karma yoga es la unión (con el ser o la divinidad) a través de la acción. Tal como el bhakti yoga, por ejemplo, lo es a través de la devoción. Si hablamos de karma yoga, esa unión no será a través  de cualquier acción, sino de la acción desinteresada. Lo cual, nos da una idea que se trata de una acción que implica un servicio. Una acción no para satisfacernos a nosotros, sino a los demás.

Para entender la palabra karma (y así librarnos de esa idea equivocada de que karma es una especie de castigo) tenemos que saber que cualquier acción  que hagamos, de acuerdo a este concepto, va construyendo nuestro destino. 

Lo más común, cuando leemos libros que explican la palabra karma, es que vamos a encontrar como su definición: ley de causa y efecto. Y esto se debe a que los primeros traductores de los textos orientales, traducían a partir de sus propios filtros occidentales, influenciados o bien por  el cristianismo, o bien por la ciencia. Pero en realidad, la palabra karma no se refiere a ninguna ley, sino clara y simplemente a la palabra acción. Si nosotros le pegamos una trompada a la pared y nos rompemos la mano, esto  no se debe a ninguna ley de causa y efecto, sino pura y exclusivamente a nuestra propia acción. No es la pared la que nos golpea, sino nuestro propio golpe, es decir, nuestra propia acción. Acá es importante entender que no hay una causa por un lado y un efecto por otro, sino solamente nuestra propia acción. Acción que no termina con el golpe que le damos a la pared, sino con la rotura de la mano. Y por supuesto,  tampoco termina ahí, sino que continúa con la visita a la guardia del hospital más próximo, la espera, el dolor, varias semanas de yeso y varios años de dolor crónico cada vez que la humedad asciende en el barómetro. Es decir, cada acción desencadena una serie de hechos y sucesos.  Ahora se va entendiendo un poco más el significado de la palabra karma?

Cuando decimos: uy pobre! ¡qué karma!, está muy bien sentir compasión (ya que nadie está exento de equivocarse) pero si empleamos bien el término, habría que saber  que aquel al que va dirigida la frase, no está siendo más que víctima de sus propias acciones y no de una especie de castigo aleatorio del destino.

Hablar de castigo, indefectiblemente implica incluir alguien que castiga y alguien que es castigado. Sin embargo, en el concepto de karma bien entendido, no hay nadie que nos  castigue, sino sólo nuestras propias acciones. Por eso cuando en el budismo se enfatiza la idea de karma, es para que entendamos que son nuestras propias acciones las que van construyendo nuestro destino. Es decir, se pone énfasis en nuestra responsabilidad individual, más que en la divina providencia o en un  destino cruel e injusto.

A diferencia del concepto judeo cristiano del pecado, que va ligado al perdón que te concede el sacerdote y se acabó el problema, en los países budistas, donde el concepto de karma es lo que impera como norma social, el único camino que te queda si le haces mal a alguien, es hacerle el bien. Es decir, reparar el mal ocasionado.

Ahora bien,  nuestra vida no sólo se va construyendo a través de malas acciones. Afortunadamente, no estamos todo el día pegándole a la pared. Nuestra vida también se va construyendo a través de acciones buenas.

Y entonces, tener buen karma, es sólo el resultado, una vez más, de nuestras propias acciones y no fruto del azar.

Muchas veces hemos leído la frase: el hombre es arquitecto de su propio destino. Bueno, eso es exactamente el karma: darle forma a nuestra vida a través de nuestra propia manera de manifestarnos. Y por supuesto, no sólo de manifestarnos, sino además de pensar y hablar, que también son acciones, y por lo tanto: karma. Estando atento a lo que pensamos, podemos evitar que ese pensamiento se convierta en palabra y que esa palabra (un insulto por ejemplo) desencadene una acción que termine convirtiendo nuestra vida en un infierno.

Por esta razón, en el budismo se tiene mucho cuidado al pensar, ya que el pensamiento es la raíz de nuestros actos. Todos conocemos aquel axioma que dice: no le hagas a los demás, aquello que no quieras que los demás  te hagan a ti. En realidad, está frase, en sus orígenes, era mucho más profunda y decía:  no pienses en hacerle a los demás, aquello que no quieras que los demás piensen en hacerte a ti.

De alguna manera, todo lo que vemos en el mundo, es fruto y obra del pensamiento.

Y es que el poder del pensamiento es tan fuerte, que un día el hombre pensó una lanza, y al poco tiempo, esa lanza  ya perforaba su propio cuerpo.

Cuidar nuestro karma, simplemente es cuidar que nuestras acciones, vayan por el camino correcto. Es decir, que respondan a una ética. Si nuestros actos responden a un cierto sentido de la ética  (no necesariamente de la moral), no estaremos haciéndole daño a nadie y nuestra vida, se irá construyendo en armonía. De este modo, siguiendo con el pensamiento budista, estaremos actuando de acuerdo al dharma.

Una manera de movernos en sintonía con el universo.


José Olarce

 


viernes, 31 de diciembre de 2021

Acerca de la palabra zen


La palabra zen comenzó a popularizarse en Occidente, a mediados de los años 50 del siglo pasado, de la mano de la beat generation: una tribu de escritores y poetas trasnochados, borrachos y bohemios que combinaban el misticismo zen con la marihuana, el sexo y la música de Gery Mullingan, Miles Davis y John Coltrane. Se juntaban en las esquinas de San Francisco para aullar (de hecho el poema fundacional de aquel movimiento se llamó aullido) sus poemas y escrituras automáticas y escandalosas. Sin desmerecer al resto (William Burroughs, Leroy Jones, Lawrence Ferlinghetti y tantos otros) de todo aquel grupo trascendieron históricamente tres: Allen Ginsberg, budista, homosexual barbado, visionario, teórico del movimiento y viajero incansable que supo transitar las calles de Buenos Aires y autor de aullido. Jack Kerouak, budista borracho y vagabundo, autor de las novelas más trascendentales de aquel movimiento, entre otras la célebre On the Road ( En el Camino) novela autobiográfica que marcaría claramente un género de literatura y que a su manera, supo profesar nuestro querido Osvaldo Soriano. Y Gary Snyder, quizás el más cuerdo de todos y el único que dedicó su vida a la práctica intensiva del zen, instalándose para su estudio un tiempo en Japón. Este poeta (ganador del Pulitzer en 1975) supo combinar la filosofía zen con la ecología, convirtiéndose no sólo en un pionero del ambientalismo, sino también en una de las mentes más lúcidas de los años 60, 70 y 80.
La siguiente generación alocada y en parte heredera de aquella vanguardia, claro que ya no se trataba de un grupo de intelectuales sino de un movimiento social de carácter global, fue el hipismo, que siguió popularizando el término zen, aunque sus búsquedas espirituales también los llevaron por el hinduismo, el yoga y otras vertientes del misticismo oriental, sin descuidar claro el consumo de marihuana, LSD, hongos alucinógenos y por supuesto, sexo. Ya para esa época, la locura astronómica del jazz, empezó a ser reemplazada por el rock, loco y revolucionario, aunque no tanto.
Desde entonces, el término zen, que casi todo el mundo conoce y pronuncia aunque mayormente sin tener una clara idea de lo que significa, apareció en situaciones tan diversas como la autoayuda, la música, los clubes, el diseño, los sitios de descanso anti estrés y un sin fin de objetos, servicios y delirios de los más diversos y estrambóticos.
Por eso en esta nota me gustaría, en primer lugar, contarles cual es el origen y el verdadero significado del término y en segundo, compartir algunos de los conceptos asociados a esta palabra y a su práctica y filosofía. No soy un monje ni mucho menos un maestro zen, pero si un practicante bastante disciplinado, que lo intenta practicar desde hace varias décadas y al cabo de ese tiempo, alguna pequeña experiencia creo haber logrado como para poderlos llevar más o menos por un buen camino. Entiéndase esto por favor de una manera más que relativa, pero conceptualmente bastante cercana a la verdad intelectual del tema que hoy nos convoca.
Bien, la palabra japonesa zen, es una traducción exacta de la palabra china chan, a su vez, traducción literal del término sánscrito dhyan o dhyana, y que se traduce normalmente en occidente como meditación, aunque quizás debería haberse traducido de forma más acertada como contemplación, ya que el término meditación en nuestras lenguas, tiene originalmente un significado muy distinto y en cierta forma incluso opuesto a la palabra dhyana. Pero bueno, dejemos las cosas así, tal como los traductores, acertados o no, lo han hecho desde al menos el siglo XIX.
La práctica de dhyana comenzó en la India hace más de tres mil años, de la mano de las distintas escuelas de la filosofía vedanta y más particularmente, de los innumerables yoguis y místicos trashumantes que recorrían aquel vasto territorio. Con el nacimiento del budismo alrededor del siglo V a. de c., esta práctica se convirtió en el motor de introspección y conocimiento directo de este nuevo movimiento, que revolucionará la India en todos los sentidos, hasta finalmente desaparecer de aquel país para los primeros siglos de la era común.
Y es justamente con el budismo, que al migrar por el resto del lejano Oriente hasta llegar a China y de ahí a Japón y Corea, que la palabra zen adquiere su estatus definitivo, dando lugar a una de las escuelas hoy más populares de budismo a nivel mundial: el budismo zen, o escuela budista de meditación. Y es que la meditación o dhyana fue desarrollada de tal manera por Buda y sus seguidores a través de los siglos, que se convertiría en sí misma en toda una enseñanza práctica y filosófica.
Llegado a este punto, tenemos que dividir la palabra zen en dos: budismo zen y zazen. El primero, la escuela de pensamiento budista y el segundo, la práctica en sí misma (dhyana) a la cual ahora se le agrega el prefijo za, que significa sentar o sentarse, es decir, meditación sentada o sentarse en meditación o, como me gusta más: sentarse en zen. Básicamente, el zazen consiste en sentarse cómodamente en la posición de buda para quedarse allí serena y naturalmente quieto, tal como lo hacen muchos animales, durante un cierto periodo de tiempo que suele ser de 40 minutos. La idea consiste en observar nuestros propios pensamientos dejando que fluyan, hasta alcanzar un estado de profunda calma y paz interior. Claro, nada es tan fácil como parece, ya que aparte de tener que superar el dolor de rodillas, uno pasa por distintos estados producidos por esa misma observación contemplativa de sí mismo, donde pueden surgir todo tipo de encuentros no siempre agradables y digeribles. Tengamos en cuenta que en nuestro interior, no todo es color de rosas...Con el tiempo, está práctica transforma nuestra forma de vida, haciéndola, sino maravillosa, al menos más consciente de uno mismo y su entorno. En algún momento, al cabo de innumerables encarnaciones, con suerte podremos alcanzar la plena conciencia de la totalidad del ser, es decir, el mismísimo samadhi o nirvana.
Finalmente y esperando que todo esto les allá servido para algo, quiero reseñar algunas de las actitudes que se pueden asociar con una actitud zen, como crítica a esa frase tan coloquialmente usada y tan diametralmente alejada del zen, que suele ser más o menos así: -siii, fulano es reee zennn ! Ay viste? Siii es re zen, no se le mueve un pelo! Nunca se calienta por nada!- Es decir: siii, Fulanito es tan volado que todo le chupa huevo! Para decirlo en buen criollo, vio?.
Gente, nada más equivocado que eso, sí de zen se trata.
Zen es aceptar nuestro propio destino con la mayor valentía y serenidad que podamos.
Zen es caerse y volverse a levantar tantas veces como sea necesario.
Zen es enfrentar los escollos que nos presenta la vida con la misma paciencia que el agua, cuando tiene que horadar la roca para seguir su camino.
Zen es hacer aquello que tenemos que hacer en el momento que haya que hacerlo.
Zen es hacer aquello que haya que hacer sin esquivar el bulto o hacerse los distraídos.
Zen es ser auténticamente uno mismo.
Zen es ser consciente del dolor de los demás.
Zen es mantenerse firme como una montaña pero flexible como la rama de un sauce.
Zen es ser consciente de nuestros defectos y luchar para convertirlos en virtudes.
Zen es hacerle bien a todas aquellas personas a las que en algún momento, les hemos hecho mal.
Zen es respetar y cuidar a todos los seres vivos por igual.
Zen es tener empatía y compasión.
Zen es tratar de vivir el aquí y ahora, sin lamentarse por el pasado ni preocuparse por el futuro.
Zen es darse cuenta.
Zen es entender que la vida es una oportunidad.
Zen es tratar de vivir cada día con alegría.
Zen es recordar.
Zen es olvidarse del zen.
Y claro, zen es también mantenerse siempre tranquilos...

José Olarce

martes, 9 de marzo de 2021

Haiku: poesía en estado puro


El haiku es una forma de poema breve compuesto por diecisiete sílabas en tres versos, que nace en el Japón alrededor del siglo XII de la era común, aunque algunos autores lo sitúan como tal, recién en el siglo XV. Sus orígenes se remontan a formas poéticas anteriores como el Tanka, el Renga y el Hokku, de las cuales fue derivando con la aparición de los grandes maestros del género. Siempre ligado a la naturaleza, lo que se busca es transmitir una emoción inmediata, de carácter estética, espiritual o filosófica, mediante una imagen que además de expresar en forma explícita, también lo haga a través de una sutil sugerencia, muchas veces, contenida en detalles simbólicos de una enorme simpleza.

Absolutamente ligado al idioma japonés y a su cultura, para poder abarcar un haiku en su totalidad, deberíamos conocer las tradiciones folklóricas, espirituales y filosóficas de la cultura japonesa y en especial, de sus dos religiones más importantes: el shintoísmo y el budismo. Muy ligado especialmente al zen, sin ese conocimiento una buena parte de su contenido simbólico pasará desapercibido. No obstante, para apreciar su belleza y la fuerza poética de sus imágenes, no se necesita más que una lectura serena, con la mente lo más despejada que podamos.

En Occidente, varios escritores han intentado profesar este género literario con éxito dispar. Jorge Luis Borges, un enamorado de la cultura japonesa, ha sido uno de ellos.Y muchos escritores y poetas desconocidos para la inmensa mayoría, siguen expresándose hoy a través de esta forma poética, poniéndose sobre los hombros el desafío se expresar mucho, con muy poco.

Considerado un estilo de poesía pura y directa, el haiku es una forma casi mística de aproximación a la experiencia, que se vale del lenguaje, de carácter dual y simbólico, con la clara intención de superarlo sobrevolando así los límites de lo expresable. Una característica que lo hermana directamente con el zen, en su manera esencialmente contemplativa de percibir el mundo. El yo, ilusorio y efímero, se desvanece en la experiencia directa, no verbal y pre-simbólica, para volver a ser una parte integral del universo.

En el haiku, las palabras son, más allá de su significado verbal inmediato, una conexión real con algo que siempre está más allá del ego. Como un puente sutil entre lo visible y lo invisible, entre lo posible y lo imposible, entre lo nombrable y lo innombrable, el haiku nos sumerge en una fuente inagotable de sentimientos que, aprehendidos por la intuición, nos coloca cara a cara con una realidad que sólo puede ser percibida cuando la mente se detiene. De ahí también que entre el haiku y el zen, haya una relación tan intensa, siendo este último un elemento casi tan esencial para su inspiración, como lo es la propia naturaleza. Por esta razón, se puede decir que el haiku, más que un género literario, es un camino inequívoco hacia el centro de uno mismo. Para suzuki, el haiku es una especie de satori o iluminación, de modo que no hay construcción intelectual en su composición, sino captación intuitiva del todo. El haiku no se compone parte a parte como un proceso, sino que se capta de manera espontánea e inmediata. No sucede en el intelecto, sino que brota desde las profundidades de la mente universal. Otra vez haiku y zen, ligados indisolublemente en la génesis del aquí y ahora. No hay proceso, no hay secuencia, hay revelación. En este sentido el haiku sucede, cómo sucede la lluvia, el viento o la nieve. 

En gran medida, un elemento fundamental en el haiku es la presencia estacional, que se presenta de manera casi siempre a través de una imagen simple, que la evoca sin nombrarla en forma directa: una hoja seca es el otoño, un cerezo en flor la primavera, el canto del ruiseñor el verano, un copo de nieve el invierno. La soledad, la tristeza, la alegría, la melancolía, el asombro, el paso del tiempo ... son casi siempre las atmósferas emotivas que evoca el haiku y que remiten a la condición humana en su fugacidad y misterio. Por eso el haiku, que también se vale del humor y la ironía, expresa fundamentalmente un contenido de carácter filosófico. Su escritura espontánea y automática, evita el trabajo artesanal que lleva consigo detenerse a reflexionar sobre la obra ya ejecutada. Escribir un haiku no es tanto un ejercicio literario, sino más bien una experiencia vital y visionaria. Una forma de vivir y percibir el mundo que nos rodea. Una forma de estar vivo aquí y ahora, con la mente abierta a la experiencia directa. Una captación de la naturaleza cambiante y fugaz de la vida, corazón a corazón, sin filtros conceptuales y con la mirada pura de un niño que descubre el mundo a cada paso. 

Otro elemento esencial en un haiku es el contraste. Con el permiso de ustedes, voy a valerme de un haiku de mi autoría para hacer el análisis literario. Los dos primeros versos llegaron juntos, en un todo, cuando una mañana al levantarme corrí la cortina de la ventana y vi el paisaje de otoño. Es una captación del momento, como si hubiera tomado una fotografía de ese instante. Cuando al verano siguiente lo busqué para leerlo, me di cuenta que estaba incompleto, le faltaba el tercer verso. Y entonces lo escribí. El haiku dice:


 En la tristeza de la lluvia otoñal,

la alegría de las plantas.

 El zorzal lo contempla todo bajo el pino.

La tristeza de la lluvia contrasta con la alegría de las plantas. El movimiento de todo el paisaje con la quietud del zorzal. También está el componente estacional: la lluvia de otoño. Todo alude como elemento central a la naturaleza. Las palabras son simples. Están presentes las emociones: la tristeza, la alegría, la quietud. Todo es imagen.Un haiku es un breve texto poético de carácter visual que surge de la nada, cuando estamos concentrados en alguna tarea cotidiana: levantándonos, sentándonos, caminando, paseando... Pero lo esencial, es que estemos en un estado contemplativo. Sólo entonces se produce la captación del haiku-imagen-emoción-poema. Todo junto como una instantánea fotográfica. También para leer un haiku la mente del lector tiene que estar tranquila, serena, relajada, abierta. Tiene que dejarse llevar por el instante-imagen y recrearlo en sí misma tal como lo hizo el escritor. Por eso tanto escribir como leer haikus puede llevarnos a una vivencia mística, es decir, de unión no dual con la naturaleza. Y así percibirla en forma directa. El sujeto y el objeto se funden en un instante que está más allá del tiempo. No es el tiempo ordinario del discurso. Es el tiempo eterno de la contemplación. En el haiku, como en el zen, el yo se diluye en el verbo, en la acción poética o contemplativa. Se trasciende el yo individual. Sólo existe el paisaje subyacente o yo colectivo. Se abraza el todo y es el todo el que se expresa. En el haiku que hemos analizado, no encontramos ningún yo. Todo es paisaje, naturaleza. Sólo la emoción deja ver que detrás de la imagen, hay alguien que la percibe. 

A continuación, les dejo nueve haikus de los tres autores más famosos de Japón, extraídos de mi libro:  El paso de las Estaciones. Grandes maestros del haiku (Ed. Unicornio 2021)


Matsuo Basho

Que van a morir 

¡Nada descubre el canto

 de las cigarras!

***

Por nubes separados

los patos salvajes

se dicen adiós…

***

Lluvia brumosa:

hoy es un día felíz

aunque el Fuji esté invisible.

Yosa Buson

En rincones y esquinas

fríos cadáveres:

flores de ciruelo.

***

Yo me marcho,

tu te quedas:

dos otoños.

***

¡Oh, cruel chaparrón!

¡Un vuelo de pequeños gorriones

se aferra al césped!

Kobayashi Issa

Mira: contra su madre,

al resguardo de la helada se abriga,

el niño que duerme.

***

La primera estrella.

¡No pensemos que la ha encontrado 

este faisán que grita!

***

¡Cuando muera

ven a guardar mi tumba,

grillo!


jueves, 18 de junio de 2020

El Camino Medio del Tao



¿Habrá algo más difícil de alcanzar que el equilibrio? ¿Por qué será que nos cuesta tanto mantener un punto medio? ¿Será acaso porque nos inculcaron esa idea tan absurda que consiste en relacionar medio con mediocre? ¿O será que si no estás con Dios tenés que estar con el diablo?
Uno de los nombres con que se conoce al budismo, es el camino medio. Y el mismo buda aconsejaba a sus discípulos evitar los extremos.
Él, que conoció el placer y el dolor extremos, sabía que la felicidad es más probable si uno se mantiene en el centro.
Sin embargo, por algún motivo, seguir ese concepto nos resulta difícil. Y si llegamos a mantenernos un tiempo, tarde o temprano terminamos inclinando la balanza hacia un lado o hacia el otro.
Los chinos, desde tiempos inmemoriales, diseñaron estrategias para mantener el eje y evitar así rodar por la pendiente.
Para ellos, el equilibrio no obstante es dinámico y tiene que ver con la armonía.
Y esto es muy importante ya que entonces, si nos salimos del eje, podemos volver a entrar.  Por eso es dinámico y no rígido.
La armonía es imposible sin equilibrio. Si la cuerda está floja, no suena. Y si está demasiado tensa, se rompe. Sólo cuando se encuentra en una posición intermedia, se alcanza la afinación y con ella la armonía.
Sólo cuando se alcanza la armonía la música se vuelve placentera.
El símbolo que los chinos utilizan para expresar la idea de equilibrio y armonía es el Tai Chi.
                                                          
                                                                        

Se trata de un círculo dividió al medio por una línea en forma de S, lo cual expresa que el equilibrio es dinámico. Si la línea es recta ya no expresa dinamismo sino inercia. Y la vida, todos lo sabemos, es movimiento.
La sabiduría que se puede obtener contemplando este diagrama es enorme. Y gran parte de ella, está expresada en dos libros fundacionales del pensamiento chino: el I ching y el Tao te ching.
Hoy dijimos que los chinos diseñaron estrategias para internalizar el equilibrio y la armonía. Y una de ellas, es el Tai chi chuan.
La palabra chuan significa puño y por extensión boxeo o el arte de la lucha. Lo que nosotros conocemos como artes marciales. 
En China, todas ellas terminan en chuan: shaolin chuan, pa kua chuan, xing yi chuan...
El Tai Chi chuan, es el arte de defenderse a través del equilibrio de las energías complementarias: el yin y el yang.
Claro que no sólo para defenderse es necesario el equilibrio, sino también para mantener la salud. Y por supuesto, las relaciones humanas.
Todo en nuestro organismo (también en nuestro entorno) responde a un equilibrio.
Equilibrio que básicamente consiste en que las dos fuerzas complementarias que interactúan en todo fenómeno, se mantengan en armonía.
Sólo cuando hay un equilibrio entre diástole y sístole, el corazón funciona bien. Cuando los sistemas simpático y parasimpático funcionan por igual, dormimos bien por la noche y nos mantenemos despiertos durante el día.
Cada sistema en el organismo funciona siguiendo este ritmo binario y en todos, debe primar el equilibrio.
El Tai Chi chuan, a través de un movimiento circular y continuo, nos hace fluir ritmicamente al compás del yin y el yang avanzando y retrocediendo, bajando y subiendo, girando y conduciendo nuestra energía vital con la dinámica del agua que fluye.
Cuerpo, respiración y pensamiento juntos, unidos y concentrados, conscientes del movimiento en cada detalle.
La mente en calma y el cuerpo ligero, suave; meciéndose con flexibilidad y ternura. Casi con fragilidad, pero con una gran fuerza interna.
Quietud mental y movimiento corporal manteniendo siempre el eje. Perder el eje es perder el equilibrio y perder el equilibrio es caer.
La repetición sistemática hace que el espíritu se fortalezca y que la mente, serena, internalice el mensaje expresado por el movimiento.
"Lo suave vence a lo duro, como el agua horada la piedra". La frase es del Tao te ching que también sentencia: 
"Cuando el hombre nace es suave y flexible más al morir se vuelve rígido.
Las plantas nacen suaves y tiernas más al morir se secan.
La suavidad y la ternura pertenecen al reino de la vida, la rigidez y la dureza al reino de la muerte ".
Sabiduría china, pero de alcance universal.


jueves, 9 de enero de 2020

El Dilema del Azúcar


A mitad de camino entre un alimento y un mero “comestible”, el azúcar es actualmente uno de los productos culinarios más controvertidos y polémicos. Y en este artículo, trataré de arrojar algo de luz sobre el tema, evitando caer en los extremos de ambos lados de la grieta.
Al menos en nuestro país, donde el azúcar proviene en un 100% de la caña de azúcar, podríamos diferenciar dos productos que están en ambas puntas del fenómeno: el azúcar integral, comúnmente denominado mascabo, y el azúcar blanca. El primero constituye un alimento genuino, pues aporta, aunque en muy pequeñas cantidades, nutrientes valiosos para nuestro organismo. Al segundo, aunque sea clasificado como un alimento por el Código Alimenticio Argentino, deberíamos pensarlo sólo como un producto comestible, ya que su consumo no nos aporta prácticamente más que calorías vacías. Es decir, calorías desprovistas de nutrientes. Y como suelo decir en mis clases: “aquello que no nutre, desnutre”, pues ocupa un espacio que debería estar ocupado por sustancias nutritivas y no por calorías vacías. Fenómeno que, en muchos casos, lleva a una situación paradojal: personas obesas y al mismo tiempo desnutridas. Un fenómeno muy similar al que existe entre el consumo de pan blanco y de pan integral.
Más o menos a mitad de camino entre estos dos extremos (el azúcar integral, natural y el azúcar blanca, refinada) nos encontramos con el azúcar rubia (parcialmente refinada) y el azúcar moreno o negra, un producto de fantasía que se elabora mezclando azúcar blanca con melaza, que es un subproducto de la caña de azúcar rico en hierro, calcio y magnesio.  En tanto el azúcar impalpable, empleada normalmente con fines ornamentales, consiste en azúcar blanca molida.
Ahora, ¿alguna vez se preguntaron por qué razón el azúcar se refina, hasta convertirse en un producto blanco e insípido conocido como azúcar blanca? La razón es muy simple:  despojar al azúcar de su sabor original y convertirlo en un mero edulcorante, que solo aporte dulzor y nada de sabor, de modo tal que, por ejemplo, podamos disfrutar de una taza de café o de té, y que solo tenga sabor a café o a té, pero dulce. Cosa que no ocurre cuando endulzamos con azúcar integral. Claro, el precio a pagar para satisfacer este capricho, es el consumo de un producto altamente refinado, que al no aportar sabor sino solo dulzor, se puede volver un hábito adictivo que, a la larga, resulte severamente perjudicial para la salud.
Hasta acá, bien podríamos deducir entonces que el azúcar mascabo (hoy muy de moda por cierto) es el bueno de la película en tanto el azúcar blanca, el malo. Sin embargo, sería ésta una deducción no del todo acertada. Y no porque el azúcar blanca tenga algo bueno (que no lo tiene) sino porque el azúcar mascabo (un producto muy sabroso y al menos algo nutritivo), no deja de ser, como cualquier tipo de azúcar, un carbohidrato simple y como tal, un alimento que solo deberíamos consumir en pequeñas cantidades. ¿Por qué?, porque los hidratos de carbono simples (y en esta categoría también deberíamos incluir a la miel, las mermeladas, los dulces, el pan blanco y la mayoría de las golosinas) al estar compuestos por glucosa simple, son absorbidos rápidamente pasando al torrente sanguíneo en forma inmediata.  Y esta absorción rápida hace que, entre otras cosas, se eleven los niveles de azúcar en sangre, desencadenando un proceso que, en síntesis, incluye: un sobre esfuerzo del páncreas, la acidificación de la sangre y la descalcificación general del organismo, afectando principalmente huesos y dientes.
Consumir azúcar diariamente, sobre todo en cantidades excesivas, significa exponernos al surgimiento de enfermedades tales como la diabetes, las caries y la obesidad, entre otras.  Sin embargo, un consumo mínimo y moderado, es normalmente tolerado por el organismo, sobre todo si llevamos una dieta saludable y equilibrada. Como suele decir la doctora Alejandra  Rodriguez (especialista en medicina Ayurveda): “lo ocasional no daña”.


miércoles, 23 de octubre de 2019

HACIA UNA ALIMENTACIÓN SIN VIOLENCIA


   Ante la urgencia que impone el cambio climático, la contaminación y la posibilidad inminente de un colapso ambiental a nivel global, hoy cada vez más gente elige adoptar una dieta vegana. Y si bien las razones para hacerlo también incluyen la salud y la ética, parecería ser que la problemática ambiental fuera la razón principal a la hora de cambiar por una dieta libre de animales. Como si ya no bastara con una dieta vegetariana tradicional, la necesidad que impone el llamado de la "conciencia", genera este nuevo paradigma que trasciende edades, géneros y fronteras.
   Y es que la ganadería intensiva, ante el consumo exponencial propiciado por un crecimiento económico sin parangones en los países de corte occidental (y muy a expensas de un "tercer mundo" cada vez más salvajemente empobrecido), se ha convertido en una de las tres industrias que más influyen sobre el cambio climático, junto con el transporte y la industria química.
   A primera vista parecería ser ésta una afirmación exagerada, sin embargo, cuando analizamos las distintas etapas de esta mega industria, vemos que no lo es.
   A la cría intensiva de ganado con su consecuente producción de metano (un gas de efecto invernadero cinco veces superior al dióxido de carbono) y su liberación a la atmósfera en "tiempo real", debemos agregarle al menos cuatro factores más, que hacen de esta industria un verdadero combo ambientalmente mortífero: la desforestación sistemática para la obtención de nuevas tierras de pastoreo, junto al dióxido de carbono liberados a la atmósfera cada vez que se queman miles de hectáreas de selvas y bosques nativos con este fin. El descomunal consumo de energía para mantener tanto la carne como la leche fresca. El transporte en camiones refrigerados durante miles y miles de kilómetros a lo largo y ancho del planeta, en ambos casos, energía que se obtiene de la quema de combustibles fósiles ya que en un 100% proviene del petróleo. Y la cantidad exponencial de cereales y granos (más del 50% del maíz que se cultiva sólo a los E.E.U.U se destina a la ganadería) utilizados en su alimentación.
Como vemos, la trazabilidad de los productos de origen animal (y esto por supuesto incluye la cría industrial de aves y otros animales que terminan sobre el plato) es contundente y no deja lugar a dudas.
   Sin embargo, sería ingenuo pensar, que sólo por adoptar una dieta vegana, vamos a detener el cambio climático. El problema es mucho más grande y abarcarlo en su totalidad, implicaría no solo un cambio de dieta, sino de sistema. Es el sistema capitalista, básicamente extractivo y lineal, lo que deberíamos cambiar de raíz.
   También las prácticas agrícolas intensivas y extensivas, contribuyen al cambio climático. Por ejemplo, el cultivo intensivo de paltas o aguacates (un alimento apto para veganos y muy apreciado por quienes aspiran una vida más saludable) está provocando cambios climáticos locales que provocan sequías alarmantes, por las cuales comunidades humanas vulnerables se ven obligadas al desplazamiento forzoso, a la pobreza y a una vida paupérrima al borde del genocidio. El cultivo de soja (aunque su destino es básicamente forrajero) viene siendo, desde los años 90 del siglo anterior, motivo de alteraciones climáticas e injusticias sociales que incluyen la tortura y los asesinatos en manos de terratenientes, que suelen actuar en complicidad con las fuerzas de seguridad y la clase política, en países como Paraguay, Argentina, Bolivia y Brasil. Y por supuesto, a la hora de pensar en el veganismo como una alternativa saludable de alimentarnos, deberíamos saber que mientras se sigan utilizando agrotóxicos a gran escala (lamentablemente no todo el mundo puede acceder a cultivos orgánicos) solo será una manera romántica de autoengañarnos.
   A mi entender, de las tres razones principales por las cuales cada vez más gente adopta una dieta vegana, es el lado ético (y esta es la razón por la cual hace casi cuarenta años que opté por el vegetarianismo) el que tiene un peso a todas luces contundente e indiscutible.
   La producción industrial de carne, leche y huevos, constituye en la actualidad la forma más cruel y extendida de tortura y asesinato a gran escala. Los criaderos y mataderos son los verdaderos infiernos de nuestra cultura. No podemos seguir hablando del "holocausto" y de todos los genocidios que la humanidad se ha provocado a si misma, sin incluir al peor de todos, por absurdo y masivo: aquel que día a día provocamos cada vez que entramos a una carnicería o volvemos a casa con una docena de huevos o un litro de leche producidos de forma industrial.
   Debemos entender de una vez por todas, que el ser humano no tiene ningún derecho natural a construir su propio bienestar personal, a costa del sufrimiento de miles de seres vivos que son tan sensibles al dolor y el sufrimiento como cualquiera de nosotros.
   Por este motivo respeto y valoro a cada una de las personas que hoy, deciden decirle basta al consumo de animales, en cualquiera de sus formas.
   Creo que profundizar una alimentación y una forma de vida tan libre de sufrimiento como podamos (incluido el que genera la explotación de los seres humanos que son sometidos al trabajo esclavo en la producción de alimentos) es uno de los caminos esenciales que debemos tomar, si queremos realmente construir un destino feliz y saludable para todos. Y cuando digo para todos, estoy incluyendo a cada uno de los seres vivos que pueblan el planeta y no solo a los seres humanos, todavía mentalmente formateados por un especismo incomprensible e irracional.

martes, 12 de marzo de 2019

CURSOS Y TALLERES 2021

En todos los casos se incluye:
Principios Básicos de Nutrición y
Manipulación Higiénica de Alimentos.
CERTIFICADOS DE ASISTENCIA
PROTOCOLO BASICO COVID 19

jueves, 31 de mayo de 2018

Nuevas Clases Gratuitas de Cocina

A partir del próximo sábado 2 de Junio comenzaremos a dictar un nuevo taller de cocina integral, que tendrá  una duración de 8 clases. Las mismas se llevarán   a cabo los días sábados de 14 a 15,30, en la sede se la Asociación Vecinal de Fomento San Martín, ubicada en Génova y Galicia. Para mas informes se pueden comunicar al 223-5-510319 o a joseolarce@gmail.com . Y también pasando personalmente por la sede.

martes, 18 de julio de 2017

La Cocina Saludable del Mundo: Nuevos Talleres Gratuitos de Cocina

Todos los talleres comenzarán a las 14 horas y tendrán una duración estimativa de dos horas, excepto el primero y el último  de una hora. Cada taller consiste en la preparación de la receta completa y su degustación, son gratuitos y para participar, se deberá reservar el lugar en forma telefónica o por mail.
 Tel. 467-3778/celular: 155-510319/e-mail: joseolarce@gmail.com

PROGRAMA COMPLETO

Sábado 5 de Agosto: CHIPA

Sábado 12 de Agosto:LOCRO Y MAZAMORRA

Sábado 19 de Agosto: SEITAN

Sábado 26 de Agosto: CHAPATI

Sábado 2 de Septiembre: SUSHI

RECETAS SIN CARNE

BAMBÚ

Calle El Pirincho 135 e/Mosconi y Piedrabuena
Barrio El Jardín de Peralta Ramos






miércoles, 17 de agosto de 2016

En el 2016 no se dictará el Curso Gratuito de Alimentación Saludable y Cocina Integral

Como consecuencia de la destrucción del Estado de Bienestar que viene llevando a cabo en nuestro país el actual gobierno conservador y neo liberal elegido democraticamente por el 51% del pueblo argentino, lamentablemente este año no he sido convocado por las nuevas autoridades de la Secretaría de Educación para seguir llevando adelante mi proyecto educativo en los barrios de la ciudad de Mar del Plata, tal como lo hice durante los últimos cinco años.  Por este motivo cientos de niños, adolescentes y adultos hoy son privados de la posibilidad de aprender a cocinar y alimentarse saludablemente, de incorporar hábitos  higiénicos en la manipulación de alimentos, principios básicos de nutrición, reciclado, acercamiento teórico-práctico a la agroecología y el derecho a ser parte de un nuevo paradigma de educación social incorporado por el anterior gobierno y que hoy es sistemática y perversamente destruido.
Con gran tristeza hoy quienes apostábamos al desarrollo integral e inclusivo y a un modelo de país que definitivamente se hiciera cargo de incorporar a todos aquellos que fueron injustamente marginados del bienestar básico al cual la humanidad debería aspirar y los gobiernos garantizar, miramos atónitos como las actuales autoridades en los tres niveles del Estado Argentino, se ocupan de alejar a la Argentina de ese gran objetivo, obedeciendo ruinmente a los intereses foráneos que siempre han bregado por una Argentina reducida a su mínima expresión como país meramente productor de materia prima.

La eliminación de más del 70% del Programa Educativo Barrial (P.e.b.a) se inserta en esta política de reducción del Estado, que incluye todo aquello que el Estado de Bienestar venía implementando en nuestro país durante la última década en materia de inclusión social, desarrollo científico y tecnológico, cultura popular, salud preventiva, derecho ciudadano y otros avances relacionados con los derechos fundamentales del ser humano.


Hoy todo esto se está perdiendo a pasos agigantados y de no producirse un cambio en lo inmediato, en los próximos años asistiremos a una escena repetida en la Argentina hasta el hartazgo: el fin de la patria y el establecimiento de una nueva colonia agrofinanciera.

sábado, 27 de febrero de 2016

Cazuela de Garbanzos


Ingredientes:
2 tazas de garbanzos
1 cebolla finamente picada
1 morrón chico finamente picado
1 zanahoria picada
1 diente de ajo picado
2 tazas de tomates pelados
1 cucharada de pimentón dulce
2 hojas de laurel
3 piezas de hongos chinos rehidratados y picados
2 cucharadas de trigo burgol
ají molido, pimienta y sal a gusto
1 chorrito de aceite de oliva
1/2 pocillo de aceite de girasol

Preparación: Remojar los garbanzos. Cocinar y apartar. Remojar el burgol. Entibiar el aceite de girasol y agregar la cebolla. Luego el morrón y la zanahoria. Trozar y agregar el tomate. Agregar el laurel y el pimentón. Condimentar. Agregar los hongos. Cocinar 20 minutos. Agregar los garbanzos, el ajo y el burgol. Cocinar 10 minutos más. Retirar. Rociar con el oliva. Reposar 10 minutos y servir.


sábado, 13 de febrero de 2016

Torta Vegana de Algarroba



Ingredientes
1/3 taza de harina de algarroba
3/4 taza de agua caliente*
5 cucharadas de azúcar negra
1 y 1/2 tazas de harina integral fina
1 cucharada de polvo de hornear
la ralladura de un limón
1/2 taza de aceite de girasol
1 cucharada de extracto de malta
Preparación:
En un bol poner el agua y el algarroba. Mezclar hasta que se disuelva y no quede ningún grumo. Agregar el azúcar y mezclar hasta disolver. Dejar reposar 5 minutos. Agregar el aceite, la ralladura y la harina ya mezclada con el polvo de hornear. Revolver y volcar sobre un molde enharinado de unos 15 cm de diámetro (si es el doble duplicar los ingredientes). Cocinar en horno suave hasta que esté a punto. Retirar y untar en caliente con el extracto de malta.

*Dependiendo la procedencia de la harina de algarroba, quizás resulte más absorbente y sea necesario aumentar la cantidad de agua. Nos daremos cuenta al mezclar, pues debe quedar con una consistencia similar a una sopa crema pero mas espesa. 



miércoles, 10 de febrero de 2016

Muesli: Opciones Saludables para Un Desayuno Super Nutritivo

Muesli

Receta 1

Ingredientes:
1/2 taza de trigo burgol mediano o fino
3/4 Taza de leche fría o tibia
3 almendras o 3 nueces partidas a elección
1 cucharadita de miel o a gusto
Opcional (canela a gusto)
Preparación:
poner el burgol en una taza o plato hondo y cubrir con la leche. Dejar reposar 20 minutos o hasta que el trigo se hinche y absorba la leche. Agregar el resto de los ingredientes y servir.

Receta 2

Ingredientes: 1/2 taza de trigo burgol
3/4 taza de jugo de naranja
3 almendras o nueces partidas
1 cucharadita de miel
Opcional (1 frutilla pisada)
Preparación:
poner el trigo en una taza o plato hondo y cubrir con el jugo. Dejar reposar hasta el trigo absorba el jugo. Agregar el resto de los ingredientes y servir.

Receta 3

Ingredientes: 1/2 taza de trigo burgol
3/4 taza de jugo de naranja
1 kiwi
6 frutillas
1 cucharadita de miel  o azúcar rubia o mascabo
Preparación:
poner el trigo en un plato hondo y cubrir con el jugo. Dejar reposar hasta que el trigo absorba el jugo. Pisar las frutillas y el kiwi sin  piel. Incorporar a la preparación del trigo y agregar la miel o el azúcar. Servir

Receta 4

Ingredientes:
1/2 taza de trigo burgol
3/4 taza de leche
2 cucharadas de yogurt
3 cucharadas de cereal de maíz sin azúcar
1 cucharadita de miel
Preparación:
poner el trigo en un plato hondo y cubrir con la leche. Dejar reposar hasta que el trigo absorba la leche. Agregar el resto de los ingredientes y servir.
Nota: en lugar de trigo burgol, pueden usar avena
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